Una colección inspirada en las abejas en vía de extinción,
en colores pasteles combinados con tonos básicos y materiales como la seda, el satén,
la tafeta, crepes entre otros, algunas estampadas con graficas botánicas y otras
bordadas a mano. La marca siempre se ha destacado por la feminidad y los toques
a mano sobre sus telas. Esta vez encontramos boleros en diferentes prendas,
hombros al descubierto, diferentes largos en las faldas, abrigos, tops a la
vista, entre otras prendas. Las gorras fueron el complemento de la pasarela,
estaban bordadas a mano con pedrería. Su tradicional zapato de tacón grueso
bordado con canutillos y flores.
Una pasarela que reunía cosas interesantes y se respiraba botánica.
Pero, creo que han fallado en no generar nuevas cosas en pasarelas, es cierto
que se debe tener un hilo conductor en cada pasarela y crear un sello personal.
El parecido con las anteriores pasarelas es a simple vista, en los colores,
siluetas y materiales.
La producción escenográfica, que la componían paneles de
abejas en forma de hexágonos, fue realizada por elementos arquitectura.
Fotos @vogue.
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